Carta al macho puertorriqueño
Se nos prestan estas palabras; rompecabezas entre esquinas con ideas asesinas y nos hace falta conversar. Igual que un árbol cubierto de hojas secas, las palabras se aprecian entre seres extraños. Porque pensamos que la caída de una hoja nos hace temblar, pero en ese momento reconocemos su delicadeza. No es el prójimo la causa de la locura pues somos locos, descontrolados difíciles de atar. Desde los antillanos hasta los norteamericanos, todos estamos bendecidos por el descontrol. Su crecimiento permanece estático ante nosotros. Y se emborrachan de amor, pero son infieles por temor. Y sueñan con un mejor futuro para despertarse sin haber soñado. Si eres puro macho entonces nunca has llorado. Hasta los niños reconocen el vocabulario del amor. Pero los más machos no demuestran su interior por miedo a ser ridiculizados. Lo callan todo al no expresar sus emociones, jugando al esconder entre botellas de alcohol, drogas y canciones de reggaetón. ...