Opinión: Mas que un pensar, una acción social
Hace unas semanas atrás
había comenzado a redactar un escrito sobre la educación en Puerto Rico. Para
lograr captar la atención del lector o la lectora, me había dado la tarea de
realizar varias lecturas relacionadas con la educación, tanto como ideología
filosófica y como instrucción práctica. Con esta tarea, pensaba que captaría la
atención de muchos y en cierto sentido, les motivaría a leer y comentar, y quizás
comenzar a crecer juntos. Sin embargo, me percaté de la importancia que ejerce la opinión
subjetiva sobre las personas que buscan algo que aprender. No es necesario
citar textos o referencias para demostrar un conocimiento adquirido. Hasta
puede ser más valioso compartir nuestras experiencias individuales, y mucho más
aquellas que entendemos que nos han hecho crecer como seres humanos.
Por lo
tanto, me dedique a realizar este escrito, el cual considera (entre varios
aspectos) aquellas experiencias que me han llevado a opinar sobre ciertos
asuntos que no son discutidos a diario. Tanto las redes sociales como los
medios de comunicación se han dedicado a dirigir nuestra opinión a favor o en
contra de los asuntos que ellos(as) (los periodistas o representantes del
gobierno) consideran que son de suma pertinencia para nuestro diario vivir: la
perspectiva de género, la implementación del Impuesto al Valor Agregado (IVA),
la reducción de las escuelas públicas, las cartas de opinión, las criticas
sociales y políticas, la farándula, entre otros temas. Estos desvían
nuestra atención a otros asuntos que podrían trabajarse si les
prestáramos el mismo interés.
Y es
que me he percatado, cayendo en las mismas discusiones con muchas otras
personas, que he perdido el tiempo pensando que toda publicación noticiosa
tiende a convertirse en una distracción de la realidad subjetiva. Me refiero a
la distracción como una competencia guiada por la discusión, que amerita
resaltar su pertinencia, ya que otras
personas nos han hecho pensar que es importante resaltar su crítica. Aunque
tenga cierta atracción visual y alguna pertinencia social, debo establecer que
su lectura es primordial hasta que se cumple con su realización. Más allá de
eso, no vale la pena postergar la atención en estos asuntos que nos desvían de
lo siguiente: las necesidades reales de nuestra gente.
Cuando
hablo de necesidad, me refiero a la falta de ciertos recursos (económicos,
sociales, ambientales, entre muchos otros) que escasean en los hogares de la
población pobre de nuestro país. Esta clase pobre olvidada tiende a estar
clasificada como clase “mantenida” o “vaga”. La realidad es que demasiadas
personas no han tenido la oportunidad de recibir una educación adecuada que les
permita pensar que tienen otras opciones o formas de vivir. Adicional a
esto, han sido olvidados por nosotros, los que hemos tenido las oportunidades
de educarnos y considerar las distintas posibilidades que existen para
desarrollarnos en nuestro país.
Porque
entiendo que deberíamos responsabilizarnos por otras personas a través del
servicio comunitario y el trabajo voluntario. De esta forma podría existir una
oportunidad para una equidad educativa que promueva el crecimiento intelectual
a la mayoría poblacional. Porque lo aceptemos
o no, la mayoría de Puerto Rico vive en nivel de pobreza. Aunque me ubico bajo
la clase trabajadora (un poco por debajo de la clase media), entiendo que he
tenido muchos privilegios que se les niegan a la clase baja y pobre de nuestra
“sociedad”. Escribo sociedad entre comillas porque entiendo que esta palabra ha
perdido su verdadero significado al representar una población. En muchas ocasiones, cuando se
habla de sociedad se excluye la clase pobre de nuestro país, como si fuera una
clase social inexistente bajo el vocablo sociedad.
Por
otro lado, la continua competencia entre las diferencias de opinión ha
desarrollado un estancamiento en todas las facetas de nuestra vida: en la
academia, en el hogar, en el trabajo, en la política, en la economía, en el
ambiente y en las fuentes de energía. Este enfoque tiende a separarnos mucho
más, porque le damos demasiada importancia a nuestras diferencias y se nos
olvida que tenemos más similitudes y aspectos positivos que resaltar. Reconozco
la dificultad que existe al tratar de pensar positivamente bajo un colonialismo
centenario. Sin embargo, pienso que existen agentes de creación que están
emigrando a otros países y que inicialmente fueron pioneros en Puerto Rico.
Por lo
tanto, propongo lo siguiente como una mera opinión que busca no alinearse
con la moda ni con la farándula.
Presento una propuesta de cambio de pensamiento en un país que vive con el
mismo pensamiento continuo: querer ganar siempre y demostrar que otros están
equivocados. Presento la idea de aceptar que perder puede significar lo mismo
que ganar, pues la pérdida siempre esta acompaña de un aprendizaje que nos
ayuda a crecer en la vida. Adicional a esto, les reto a colaborar con las
personas que han tenido discusiones por pensar que tenían más diferencias que
similitudes. De la misma forma, los invito a pensar positivamente a diario,
comenzando por agradecernos a nosotros mismos por lo que tenemos, por las
personas que nos quieren y que nos apoyan, por poder respirar un día más y por
tener la capacidad de leer, escribir, pensar, criticar y colaborar. Y por
último, y un poco más difícil, pero no imposible que las demás, les invito a
escuchar. Escuchar sin hablar, comenzando por escucharnos a nosotros mismos.
Cuando comprendamos nuestra misión de vida a lo mejor podemos comenzar a
escuchar a los demás.
Siendo
esto una reflexión que invita a una acción social, espero que toda crítica y
comentario permita un crecimiento individual y colectivo y no lo contrario.
Además, resalto la importancia de pensar y meditar, como ejercicios
interdependientes que son imposibles de separar. Tal vez podemos traer un
cambio de paradigma a medida que las nuevas generaciones cambien nuestra forma
de pensar. O a lo mejor me equivoco y este movimiento ha comenzado ya. Espero
que de todas formas este escrito sea un espacio de creación para todas las
otras personas que entienden que tienen algo que opinar. Porque aunque muchos
digan que la opinión no tiene pertinencia, yo difiero al pensar que es una
puerta hacia la oportunidad.
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