Lengua Madre
Imagen recuperada de: writers-block
Se
puede visualizar un superfluo escenario para un comienzo
adecuado dentro de su
consciencia intranquila.
El idioma es perfecto para quienes lo utilizan de
forma moderada, aplicando cada chispa en cada acento y marcando las mayúsculas
con ganas.
Que cada
coma te brinde un espacio entre las mejillas,
para sanar
la fantasía de tener que adivinar constantemente,
cual será la próxima poesía.
De abusar de
esos puntos.
Que no
hacen más que finalizar.
Y dar
comienzo.
Y volver a
desarrollar.
De los paréntesis,
que en
muchas ocasiones (sin así quererlo) son maltratados
y en otras
situaciones son olvidados.
Este
español, con su devoción al alfabetismo,
con tanto
analfabeta que lo maltrata,
como si fuera un anglicismo.
No tienes derecho a ser salvaje con estas letras,
y muchos
menos si has aprendido a utilizarlas adecuadamente.
Aprende,
practica y coordina esas oraciones.
El sujeto
y el predicado deben estar presentes, aunque no
siempre.
Y continúan los
enunciados y los reglamentos estandarizados,
sin ser escuchados por
las nuevas generaciones
Hispanoparlantes.
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La
propuesta es la siguiente:
Después de
tanta regla cualquiera se envejece.
Si no
haces sentido, te quieres.
Seamos
flamboyanes en rascacielos; inexistentes.
Nada
poéticos.
Solo
cariñosos con las páginas,
y bastante agresivos con el teclado.
Entre líneas,
corduras deambulan tediosas,
imposible comienzo para sentir empatía.
Porque se
deforma,
se
distrae,
se
destruye
y se
renace con la escritura,
sin las reglas,
sin la mesura.
Que
orgullo poder reformarte y transformarte constantemente.
Lengua madre,
soy
egoísta cuando te leo,
sincero
cuando te obvio
y travieso
cuando te escribo.
Para
imaginar todas tus dinámicas tendría que recorrer
Latinoamerica completa.
Reciclando
letras,
aumentando
mi vocablo,
intercambiando costumbres.
Sobras entre
tantos labios y faltas en demasiadas lenguas.
No hay
quien desmienta que aprenderte es indispensable.
Atiendo
tus deseos.
Sales pacífica por las noches,
como un
resfriado de verano: inesperado.
Por las
mañanas te huyo por ser salvaje y macabra.
Negligencias matutinas:
te violan
y te sacuden;
te venden,
te escupen y te envuelven.
Se
entretienen y te comentan.
Yo me
niego a abusarte.
No eres
dólar,
pero
permites educarme.
No eres
transporte,
pero me
llevas a destinos inexplorados.
Si no fueras
utópica, serías libre.
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La osadía de la juventud atrevida
recorre entre las lenguas
del Hispanoparlante:
Sea sabio
usted.
Tómese un
café y adivine lo que piensa.
Nada de
eso de filosofar,
escríbalo.
Que entre
las bestias se comprende el lenguaje no verbal.
Ahora
tómelo por el cuello y presione lentamente,
hasta exprimir
pequeñas dosis de energía frenética.
Cada tecla,
y cada espacio
entre tus manos y el papel,
se desvisten lentamente ante su ropa.
Tecladista
eres pasajero.
Brincas de
escrito en escrito,
y en
ocasiones, de escrito al dinero.
Nadie te culpa
y pocos te escuchan.
Muchos no
comprenden.
Aunque algunos
te leerán,
la mayoría
te olvidará.
Pero tú, tú
que me lees,
tu sabes
que esto de leer permea en las consciencias de los
seres humanos.
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