El camino que elegimos

Jean Paul Sartre "The Trascendence of Ego" 



Quiero la lucha;
la que me llena por dentro,
la que hace palpitar a mi corazón.
La quiero presente en mi andamiaje de pensares,
para luego olvidarla
en los quehaceres del hogar.

Contraigo la balanza:
el contrapeso de la estadía en un vaivén,
la autoridad de decir “te amo” sin ser juzgado,
la certeza de hablar con el saber.
Para entrar en remordimientos,
y olvidarlo todo a la vez.

Establezco una estructura,
en la coordinación de mi vida,
en la añoranza de mi ser,
por los complejos raros que he desarrollado,
y las esperanzas divinas que he visto nacer.

Me reflejo en la vitrina
de mi alma y mi espíritu,
reconociendo mi presencia,
mi intervención divina,
mi último remordimiento,
sin deberle nada a nadie.
No me temo, me perdono,
me acepto y me elijo a mi mismo,
alumbrando mi destino,
exigiendo mi propósito. 

Suelo mirar el presente,
desde la cima, con ojos águila,
rodeando fijamente
a miles de seres pensantes,
perturbados en sus falsedades,
en sus fantasías pedantes,
en sus pajas mentales de esfuerzos pueriles.
Entre diluvios y necedades,
entre cantantes de gargantas secas,
entre frustraciones agudas,
entre figuras adulantes,
abandonadas y enclaustradas,
sin dignidad; humillante.
Entre todos ellos soy,
y no soy quien para juzgarles,
ni enmarañarme en sus caminos
ni bailar en sus pensares.
Soy quien sabe lo que quiere,
el camino que elije,
sin diretes ni dilemas,
con énfasis en las venas,
llenas de orgullos incansables.

Lleno esta figura enorme,
de verdades que me acompañan siempre,
con certezas que aman fielmente,
sin recaer en el apego enfermizo;
siendo fiel a mis compromisos,
con cumplimientos solemnes,
de esfuerzos continuos y ardientes,
que persiguen un camino latente.

Permitan que en esta oferta,
altere sus pensares, cognoscentes,
llevándoles un mensaje rebelde,
para las mentes fijas y estables:
creyeron en sus ideales
y fueron manipulados,
no salieron a la calle
y se quedaron solitarios.
La resistencia murió,
y con ella, toda chispa de vergüenza.
Lo sabe en el barrio la gente,
que todos buscan lo viable,
sin ganarse la vida valiente,
sin lucha, eligen la muerte,
aunque tengan su camino de frente
y sus sueños ,resonantes. 

Así son mis hermanos,
humanos de sombras hirientes
buscando el camino angosto,
sin escuchar al que estudia el presente.
Mueren en cúspides económicas,
de mercados sangrientos,
llenos de inocentes,
ahogados en sus propias mentiras,
repitiendo lo mismo de siempre:
“tanto miedo, y tanta gente,
en este país moribundo,
si pudiera salir a flote
y sacarle ventaja a todo el mundo,
lo haría sumamente rápido y urgentemente”.

Pero el camino decente, es retante,
conlleva esfuerzos y sacrificios,
mucha lucha y persistencia,
tolerancia y resiliencia.
Esta lleno de cumplimientos
de muchos años y experiencias,
que solo cuentan como se aprende,
a través de los que nos lo enseñan.

El camino que elegimos,
no es nuestro, es de todos.
Aunque lo vivimos nosotros,
lo compartimos con nuestros pares,
realizamos malabares
para cumplir con el día a día,
descubrimos las heridas
y las sanamos con perdones.

Elijamos en clamores,
nuestras verdades ungidas,
en propósitos de vida
y en vidas de manjares.
Siendo siempre ejemplares
ante los seres que buscan
un camino, una lucha,
una respuesta a sus preguntas.





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