Incongruencias en la psicología y el trabajo en Puerto Rico: una breve introspección compartida

"De nada vale estar lleno de sabiduría y de vitalidad física si falta el valor." -Pedro Albizu Campos


         Existe, sin duda alguna, una emoción primordial en el puertorriqueño que en ocasiones es difícil de superar: la vergüenza.  De acuerdo a Albizu-Miranda y Matlin (1967) en su artículo titulado La psicología en Puerto Rico: Apuntes sobre el estado de un arte,  la cultura puertorriqueña radica en la vergüenza, el mecanismo inicial y primario del desenvolvimiento social. En otras palabras, el puertorriqueño (desde un punto de vista clínico) no va a tender a quebrantarse debido a su moral, sino que tenderá a identificarse hacia la inutilidad o a su desvalorización en la sociedad.
            Me parece interesante el planteamiento de este problema bajo estudio, debido a que en cierto sentido, tuve una experiencia similar durante el desarrollo de mi maestría en psicología industrial organizacional. Experimenté, como estudiante graduado, el deseo continuo de aportar a la sociedad puertorriqueña, específicamente al mundo del trabajo, con todo el conocimiento que iba adquiriendo en los cursos requisitos para obtener el M.A en psicología industrial organizacional.
            Sin embargo, una vez obtuve el grado de maestría en psicología industrial organizacional, me percaté de que el mundo laboral tenía otros planes para mi futuro como empleado. Pues aparenta ser que aún en el 2014 no existe una clara concepción de la profesión a la cual desarrollé un cariño excesivo que fue destruyéndose poco a poco debido a la falta de oportunidades de empleo en mi área de especialidad.
            En el 1984, Lucy López Roig (psicóloga industrial organizacional) realizó un análisis crítico sobre la psicología industrial organizacional. Mediante este análisis presenta varios de los problemas que enfrentó la psicología industrial organizacional como profesión. En la década de los ’80 existía la necesidad de que el psicólogo industrial organizacional se diera a conocer más frente a los empresarios puertorriqueños. López Roig (1984), luego de resumir brevemente la historia de la psicología industrial organizacional en Puerto Rico, comenta que las razones por las cuales el psicólogo industrial organizacional no ha logrado una credibilidad pericial se deben en parte a: la falta de orientación hacia los ciudadanos sobre nuestras aportaciones, el aislamiento entre nosotros mismos como profesionales y el haber permitido que los egresados trabajen en lugares en donde no ejerzan como psicólogos industriales organizacionales.
            Me parece interesante como la disciplina y la profesión  de la psicología industrial organizacional ha permanecido luchando con los mismos problemas mencionados López Roig hace 20 años atrás. De la misma forma, la competitividad entre los profesionales y los docentes especializados en la psicología industrial organizacional ha logrado que nos apartemos unos de otros. Por lo tanto, al no colaborar no hemos podido dar a conocer la pertinencia y la pericia que amerita que se conozca sobre nuestra profesión.
            Por mi parte, luego de haber estado mas de dos años trabajando como administrador de una librería, me percato de que aún siento la necesidad de continuar desarrollándome como profesional y tomo la decisión de realizar el doctorado en psicología con especialidad en docencia, consultoría e investigación. Es en este preciso momento, que el sufrimiento acumulado durante un año (debido a no haber pasado la reválida de psicología en Puerto Rico y no haber conseguido trabajo en la profesión que tanto amaba) que comienzo a ver las oportunidades que se presentan en mi panorama.
            La vergüenza del puertorriqueño no puede permear dentro de su cultura por siempre. Entiendo que el puertorriqueño, como trabajador y luchador debe continuar buscando el deseo de superación que habita en su sangre puertorriqueña. El puertorriqueño tiene la responsabilidad de identificar sus fortalezas y lograr una colaboración continua con distintos profesionales que tengan las mismas preocupaciones sobre su país.
            Debo resaltar que tanto las Organizaciones Psicológicamente Saludables (OPS), comité permanente de la Asociación de Psicología de Puerto Rico (APPR), como la mentoría de ciertas personas que han creído en mi potencial para continuar mi desarrollo como profesional, han sido algunas de las cosas que han logrado que continúe luchando en este camino dirigido a mejorar mi profesión, mi disciplina y el quehacer del psicólogo que entiende que en Puerto Rico hace falta su mano de obra.
            En cierto sentido, es posible que mediante una reflexión se logre motivar a ciertas personas que han pensado que el futuro de su profesión no tiene cabida en el mercado laboral puertorriqueño. Pues no nos han enseñado a trabajar para nosotros mismos pero si a trabajar para otros. Ya se ha hecho tarde para cambiar de paradigma, y solo queda la oportunidad de tomar las riendas de la acción que requiere que cada profesional acepte su amor por lo que hace y comience a aportar a la cultura puertorriqueña.
            Expresado de otra forma, se acercan tiempos difíciles que requieren profesionales con distintos grados y distintas especialidades. La interdisciplinaridad y la intradisciplinaridad comienzan a ser temas de conversación pero se han quedado solamente en esto. Es pertinente empatizar con otros profesionales y comenzar a colaborar, pues el futuro es el presente de nuestra sociedad, y no hay más nadie que tenga el potencial de lograr el cambio que se encuentra en nuestras manos.



Referencias:

Albizu-Miranda, C. & Matlin, N (1967). La psicología en Puerto Rico: Apuntes sobre el estado de un arte. Recuperado el 10 de diciembre de 2014 de http://rcsdigital.homestead.com/files/Vol_XI_Nm_1_1967/Albizu-Miranda_y_Matlin.pdf



López-Roig, L. (1984). Un análisis crítico sobre la psicología industrial-organizacional en Puerto Rico. Quehacer psicológico de Puerto Rico, 2010-2011, 214-223. 

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