Cuando habla el orgullo Borincano

           
"El Pan Nuestro de cada día" (Francisco Oller)
Si me escucharan cantar de madrugada,
Cuando el gallo comienza su elogio al sol,
Cuando la luna se ha escondido por la lejana montaña.  
            Porque si conocieran mi llanto,
no existiría utopía errática para esta ilusión.

Entre las neblinas y las sombras, vive el cantar del coquí,
Porque ha nacido aquí y comparte la noticia,
De vivir en esta isla sin sentir la humillación,
De los que sienten que en su corazón,
han olvidado su pasado.

Comienza este halago en tiempos de ardua tensión.
Donde el vago esconde con intención su origen nativo,
Cuando en tierras lejanas celebran la tradición,
De su lengua materna, producto de inspiración,
donde se cuela el corazón borincano.

Siguiendo el costumbrismo,
elogian su pasado, 
En una canción que algún día declamaban,
Preservando en el presente aquella cultura,  
Digna de representación,
 en la recreación diaria,
olvidando el clamor a su sabor tan típico,
de niños que corren por lugares únicos,

Se presentan antillanas, mayores y menores,
En el hábito de los verdores,
 y olores de un paisaje,
al superar los temores de la indecisión desgarbada,
con una esperanza que nos trae amores.
Siempre caribeño, reflejado en las costas
Siempre ausente de idiomas lejanos.

Corro bosques y llanos,
nado lagos y horizontes.
Trepo montes a diario
arrastrando mi legado.  
Comprendo el miedo de los que se esconden
entre sus ideales malversados,
Aunque griten en diciembre
que la Navidad ha llegado.

Si supieran la necesidad
de muchos que ansían abrazos,
de escapar la propaganda
disfrutando las sonrisas de un extraño,
el son de la cultura puertorriqueña,
Las estrofas de un poemario
 los colores de las fiestas,
los patronos y aliados.
       
Permanezco en la presencia de los que entienden la ausencia, 
 de los que depositan su confianza en los frutos de la labor,
de los que insertan la familia antes del trabajo,
de los que eligen sus palabras antes de la opinión.

Sin miedo al extraño,
Sin pena al letargo,
Incluyendo en la faena nuestra pura afición,
Por el patriotismo autóctono,
Por el augurio de una bendición.  

El patriotismo habita en nuestro Borikén,
Cuando un remplazo del himno no sirve al ser despierto,
cuando representan a Puerto Rico en el mundo.             
Cuando con sonrisas y con lágrimas,
inquietudes o envidias,
Sigue siendo esta patria mía lo suficientemente capaz,
De mover la inmovilidad de los ciudadanos isleños,
que seremos los triunfantes en el amor y en la paz.

 Comparte sin miedo, penas ni temores,
La capacidad nutrida del nacionalismo real.
Que reine en tus dolores la posibilidad de triunfar,
De ser capaz de presentar a nuestra raza unida,
En la faz de la Tierra, y en toda la isla,
En cada escenario de la vida,
en cada paso que das;
Que cuando llegue el día puedas morir en paz. 



         

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