De hoy, de ayer y de mañana

Imagen recuperada de The Photo Argus
so here I am
 again
just an old guy
 just an old writer
 with a yellow
notebook.
          propped up against my pillows
(fragmento de Are you Drinking? por Charles Bukowski)


Nos tomará por sorpresa la habilidad que tenemos para redactar; desde nuestros más profundos pensamientos hasta las críticas más vividas que podamos cosechar.  

Encontraremos que poseemos una capacidad que sobrepasa los esquemas educativos tradicionales, creados a la imagen de nuestra quebrantada espiritualidad.  Lograremos retar nuestro intelecto, sin inspirarnos ni buscar un resoplo en la juventud, que busca el logro ante la ficción del éxito comercial.

Es como un palmar en la entrada de un hotel; tan opaco como la naturaleza ante la presencia de la limpieza reluciente en los pisos resplandecientes. Un odio bonito que admiramos al no observar.  

Mientras tanto, nos ahogamos dentro de esta sociedad como si resultara placentero; al igual que cuando una planta se ahoga en el sol que la baña diariamente, sin recibir agua. Y en sus hojas bailan las hormigas que recogen las migajas del pan que alguien olvidó en el suelo.
          
  Y si se pasan los días sin pensar, ¿valdrá la pena rebuscar un nuevo dilema para criticar, opinar y comentar?

Resulta evidente que la presencia de ustedes es pertinente para el desarrollo de la humanidad; pero sin nosotros, ¿que será del resto de los ignorantes? Si nadie hablara del que redacta diariamente, mucho menos se hablará del lector enfocado en su lectura.

Si nos tropezamos olvidaremos la cortadura en la piel; pero no la experiencia de levantarnos del suelo y limpiarnos los pellejos cubiertos de sangre. Es igual que el amor que se vive a diario, sin contar las veces que hemos vivido, que hemos amado.

Y le juro que, si es usted uno de esos que continúa postergando su existencia, porque le han dicho que no vale la pena que sirva en esta sociedad, pues no lo deje para mañana. Siéntase y escriba. Desahogue el contenido de ayer en el hoy que le permite redactar esa molestia, ese encajonamiento atesorado en la subconsciencia del otro, del que se inventó la mentira más grande para herirle su alma.  

Pero si fue usted el que nos hirió, a los sensibles y a los que escuchamos bien las palabras, píntese en lo que evacúa su inodoro y no se aparezca por este lugar. Porque de usted sí que no hacen falta personas en esta sociedad.

Y si mañana amanece el sol oculto, luego resplandecerá y cultivaremos juntos un ayer poseído de palabras llenas de todos, y rellenas de lo que quisimos vivir nuestros deseos más íntimos en esta bendita sociedad.


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