Así



Hasta parar de pensar. Se avecinan los condómines buscando una explicación, una decisión que duerma sus pensamientos y que los calle para no escucharlos más. Llevamos más de una hora sentados, hablando y discutiendo. Se nos olvidaron los modales. Tal vez parezca inhumano atentar en contra de la opinión de otra persona. Pero a menudo me desayuno sus hipocresías que son más que suficientes para poder simpatizar con sus ideas de mejoramiento para la vecindad.

Si te sientes así, ¿por qué continúas luchando por los demás?

Porqué mas nadie se irá a confundir con nuestros rostros (que son una belleza). Porque somos estatuas bajo adornos de día, y de noche nada más que carne recostada en una cama, los que podemos decir con seguridad que tenemos un techo que nos cobija. Existen otros, desprestigiados, que no se quejan porque ya nos cansamos de escucharlos. Porque las pancartas publicitarias captan nuestra atención mientras que sus vidas se agrietan en varias bolsas de basura. Estos llevan la esperanza en un vaso de Mc'Donalds que suena a las campanas de Navidad.

¿Sugieres un milagro? Si realmente ni rezas y me has dicho que el ateísmo te ha cautivado un poco más que el Dios que otros suelen llamar cuando más peligra su sanidad.

Pues con Dios o sin dios, al menos trato de desactivar mi robotismo. Todos tenemos una responsabilidad inicial de cumplir con alimentar al menos una boca al día que no sea la nuestra. Así compartimos y somos más felices, al menos por unas horas. Pero preferimos dar de comer en largas filas que terminan una vez los fondos no dan para más. Es cuando el pan se vuelve caro que la gasolina se visibiliza como un gasto casi inalcanzable para nosotros, los que viajamos en coche y olvidamos que el pan sigue a peso. Y la gasolina es arcaica, pues existen otros medios de transportación no tan fácilmente accesibles a la sociedad.

Si el tren urbano te parece práctico, ¿por qué le bajan las horas de funcionamiento y accesibilidad? Y a la hora de la verdad, ¿cuántos expresos tienen un carril para las bicicletas?

No sé si lo recuerdas, pero ese ruido se vuelve ensordecedor. El ruido del motor prendido todo el día, el silencio de los que trabajan en las oficinas, las pestes en las calles del viejo San Juan, las sonrisas y los bocinazos al medio día, algunos saludos de cortesía y otros hipócritas, tanta maldad, muchos rencores, poca alegría.
Lunes a viernes seremos los mismos que quieren que seamos para poder cumplir con el día laborioso. Viernes a domingos a veces inquietos y bailarines y en otras ocasiones bebedores y románticos. Hasta que llega el lunes, con su uniforme o con una buena corbata. Con una falda profesional que permite distinguir entre las que van al gimnasio por la mañana y las que se quedan para alimentar a sus hijos.

Ahora ni te alcoholizas, ni trabajas, ni eres profesional, ni estudias. Solo críticas. Dime, ¿cuántos críticos se han ganado el premio nobel de la paz? Ninguno ha conseguido alternar nuestra realidad o demostrar que es posible convivir entre humanos. Nuestra raza está en peligro de extinción porque nosotros atentamos en contra de nuestras vidas.

Así, como bailando con un arcoíris y soñando con las flores. Así me despierto y así quiero ser: libre de enfermedades, alerta a las ocasiones especiales que crean memorias inolvidables, pendiente a los sonidos que me confunden y a los artistas que riman con sus pinceles varias figuras en sus repertorios diarios. Así, convirtiéndome y extrapolando mis ideas sin la necesidad de redactar. Sin tener que explicar que hace falta que se generen nuevas formas de construir, nuevos espacios para hablar.

Sí, porque en esta comunidad nadie se escucha, nadie se habla, nadie se quiere y todos se matan. El vecino te ataca con su música y la vecina con su vacuum cleaner a las siete de la mañana. Tú enciendes el BBQ a las doce del mediodía y luego de repartir los olores a tus co-ciudadanos, guardas la comida y te encierras en tu casa. La familia te llama y tú no contestas. Tu pareja te ofrece caricias y no la perdonas. Tu mascota te pide comida y le dices que pare de molestar.

Nos matamos, así de despacio, como una canción de Sinatra. Así, como en las discotecas bajo la influencia de drogas o entre “amistades” con varias borracheras. Así, como si no quisiéramos vivir ni amarnos primero, pero si amar a otros y compartir un espacio con ellos. Y luego repudiar sus prácticas y su privacidad. Así, sin nombres ni almas que alimentar.


http://hamen.artstation.com/portfolio/32183




Así queremos ser algún día, estables económicamente y profesionalmente reconocidos. 

Así queremos crecer, en compañía de quienes nos aman y rodeados de lealtad.

Así queremos morir, en familia y nunca en soledad.

Así las mentiras se alimentan y triunfa la deshonestidad.







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