Ya no...

Ya no tiene que ver con el amor. No señor, tiene que ver con el rencor, con el desgasto, con el deseo de ser alguien más y tener una vida balanceada, con ser positivo, con la espiritualidad o con la alimentación.

Ya no existe la esperanza. Pues nos llenamos de comida, de alcohol, de drogas y de sexo. Somos más gorditos, menos sobrios, más adictos y libidinosos. Que amalgama de sabores se cuela por nuestras lenguas cuando hablamos de mentiras propagadas por información sin adentrarnos en una simple pregunta.

Ya no ofrecemos perdón. Ahora trabajamos horas extras para comprar algo. Como nos gusta sorprender a nuestras parejas con una sortija olvidando que la poesía de besar y abrazar no nos cuesta nada. Ahora estudiamos para poder trabajar más y ganar más y al final trabajamos más y ganamos menos. Porque las competencias están siendo perseguidas por todos los reclutadores pero la humanidad ha sido intercambiada por una figura mecanicista del cyber punk de los 80.

Ya no nos sorprende lo increíble. Existen videos, fotografías y animaciones que nos llenan de falsas alegrías, de experiencias entretenidas o de pura violación de nuestra intimidad. En los juegos, en las películas, en las series, en las revistas, en los periódicos, en las novelas, en los programas radiales y en los comunicados informales. ¡Sensacionalistas, gracias por sus bazofias!

Ya nos individualizamos. Porque la familia aparece en los libros de escuela elemental como un valor fundamental que reúne los principios que han sido desechados por nuestra sociedad. Porque el triunfo depende de la lucha de cada cual y olvidamos que la palabra equipo se utiliza más allá de los deportes.

Ya olvidamos empatizar. Intolerantes y antipáticos, idiotas y estúpidos, ignorantes y apáticos, egoístas y agitadores…una fantasía hecha realidad, una verdad difícil de olvidar, un hecho que no podemos perdonar, tantos derechos que no se ejercerán. Simpatizantes en ironías insultantes por prejuicios clasistas, racistas, sexuales, de género, fanáticos, religiosos, ateos, humanistas, exorcistas, espiritistas,…tantas especialidades que nos separan de nuestra nacionalidad.

Ya, ya, ya…basta ya.  Porque amerita reconocer el deseo que tenemos de escucharnos unos a los otros. Porque se simplifica la vida cuando respiramos y compartimos con los extraños. Porque la naturaleza sonríe cuando la cuidamos. Porque es posible reconstruir un país que ha sido olvidado, un enigma que tiene una contestación, un gobierno que se ha descarrilado, un pueblo con tantos ciudadanos que se han deshumanizados, una historia que no pierde su tradición.


Ya será mañana y cambiará. Ya fue ayer y lo olvidé. Ya es hoy y permito el cambio. 



Comentarios

Entradas más populares de este blog

La responsabilidad del estudiante de psicología

Entre la locura, la psicopatología y la cordura (o sensatez)

Definición poética: Empatía {Por: Alondra I. del Valle Lago}