Buscando significado en el caos




Escrito por: Angie Vázquez, 
Profesora Universitaria 
Psicología Clínica, M.S; Psicología Social Comunitaria, Ph.D. 


Nuestro refranero está lleno de buenos decires que ayudan a simplificar las realidades crudas y duras de la vida. Así, todos entendemos que tenemos que buscar estrategias para salir de los problemas que nos agobian asumiendo mejores actitudes con el auxilio de frases motivadoras como hacer limonada del limón, poner buena cara al mal tiempo, a grandes males buscarle grandes remedios, andar ligero el camino malo y enfrentarse “a lo hecho, pecho”; todas, estrategias culturales de resiliencia social.

También tenemos refranes que culpan a otros promoviendo divisiones en vez de acuerdos: “a otro perro con ese hueso” cuando no queremos creer, “a palabras necias oídos sordos” cuando no queremos escuchar, “alábate pollo que mañana te guisan” cuando no queremos reconocer, “árbol que crece ‘doblao’ jamás su tronco endereza” cuando no queremos aceptar reconsideraciones o “cada cual se reparte con la cuchara grande” cuando solo vemos el egoísmo ajeno. Finalmente, cerramos discusiones con sentencias justicieras con aquello de que “cada guaraguao tiene su pitirre”, “camarón que se duerme se lo lleva la corriente”, “con la vara que midas te medirán” o “cría cuervos y te sacarán los ojos”; todas, estrategias de ataque y defensa.

Periódicamente, la sabiduría pueblerina necesita remezones que le sacudan del marasmo que produce el divisionismo y la soberbia. Cuidado con la conformidad de vivir en un país de ciegos, digo yo. Estamos en una seria crisis que muchos todavía niegan. Es hora de trabajar consensos creativos e innovadores sin partidismos. Fuera los protagonismos y las divisiones tribales. Es tiempo de ensalzar la costura de este país hacia una unidad social fuertemente entretejida camino a un futuro de restauración nacional. Basta de hacer maletas y escapar a espacios ajenos sin agotar recursos e ingenio, existentes, para levantar un país devastado por la corrupción, el egotismo, el individualismo, el despilfarro y la trivialidad capitalista. Basta de quejarnos sin hacer nada, de escapar o negar la nefasta realidad. Detengamos la impotencia, la indiferencia y el infantilismo ilusorio de soluciones mágicas. De peores sitios nos levantamos en el pasado.

Desde la perspectiva de la psicología colectiva, este es, precisamente, el enorme reto que enfrentamos: cómo crear una clara y uniforme voluntad de pueblo abandonando malos hábitos divisorios que solo empeoran las cosas. La estrategia de empoderamiento boricua plantea asumir la responsabilidad ciudadana de aportar y exigir soluciones de consenso a esta grave crisis, en gran medida, auto-provocada. Es hora de las grandes verdades. Aquí veremos quienes son patriotas y quiénes no; quienes hombres y mujeres de estado y quienes no; quienes íntegros y quienes vacíos de esperanza, motivos y metas; quienes pueden pensar en el pueblo y quienes solo en sí mismos.

Enfrentamos una inminente pobreza social que insistimos en disfrazar pero el que se creía rico ya no tiene como sostenerlo y el pobre ya no tiene como amortiguarlo. Mal acostumbrados a soluciones fáciles, el país enfrenta duras consecuencias del patriarcado gubernamental y el saqueo político-partidista.
Pero se acabaron los recursos ordinarios y remediales. Hay que dar paso a medidas de emergencia nacional. Es fundamental aceptar que el país está en quiebra y que, para levantarnos, tenemos que asumir nuevos modelos sociales, económicos y políticos. No tenemos que ser economistas para saber que si el dinero no da estamos obligados a recortar sin pedirle más tributos al pueblo sino cortando gastos gubernamentales.


El paciente se muere mientras los burócratas discuten nimiedades… y una se pregunta, ¿qué sentido tiene no aplicar lo evidente? Tenemos que hacer muchos ajustes, entre ellos, achicar el gigantismo patronal gubernamental consolidando y eliminando agencias. En el sacrificio mancomunado está la oportunidad de salir de la quiebra a menos que este pueblo elija, en pocos meses, más de lo mismo entre azules y rojos condenando el futuro de los hijos de esta tierra a vivir en Puerto Pobre. Como dice un proverbio: el pobre termina siendo extranjero en su propia patria. 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

La responsabilidad del estudiante de psicología

Entre la locura, la psicopatología y la cordura (o sensatez)

Definición poética: Empatía {Por: Alondra I. del Valle Lago}